domingo, 10 de marzo de 2013


EDITORIAL
¿ES TAN DIFÍCIL ENTENDERLO?
Tan solo ha pasado un mes y once días, como no tener contado el tiempo si cada hora se vuelve más traumática que la anterior. Se ven caras tristes, desilusionadas, cansadas; por los pasillos adolescentes arrumados como trastes viejos, no se mueven, cruzan una que otra palabra, se limitan a descansar 20 minutos aunque son consientes de que no es suficiente, en casa la realidad no es tan distinta, son mínimas las palabras que entre ellos sostienen, pues están acompañadas de rabia.

Lo anterior no hace parte de una película de misterio o terror, es la realidad de cientos de Nusefistas consumidos por el sueño, la desesperación y la intolerancia a causa de extenuantes horas de estudio; los mayores afectados: décimo y once que en lugar de disfrutar su último año, pide a gritos que se acabe el “infierno” al que están sometidos día tras día; no pretendo exagerar , aunque más traumático  no puede ser, tampoco queremos justificarnos pero es inevitable cuando en cada clase nos reprochan nuestro pésimo rendimiento, y nos fulminan con frases desmesuradas e incoherentes que solo las puede decir alguien inconsciente de la realidad de los estudiantes que a decir verdad, dan todo de sí para lograr tener buenas notas (por lo visto lo único que les interesa).

Para quienes se preguntan porque nos está yendo pésimo, he aquí un breve recuento de lo que para nosotros es una rutina “normal”, que aunque no lo crean va mas allá de ver televisión, chatear y hacer nada. Un lunes inicia levantándonos a las 4:30 (por tarde), luego de 11 horas de estudio, a las 8:00 pm adelantamos una que otra tarea sobrante del fin de semana, por lo visto es el día que más nos acostamos temprano, irónicamente el lunes paso a ser mi mejor día, porque los docentes por obligación no dejan tareas. De martes a viernes es un calvario, cada día es más triste que el anterior (por lo menos ese es mi caso), cada cambio de clases nada mas suspiramos y comentamos el estar cansados, la rutina, es la de siempre, siete horas de estudio mas tres de practica empresarial y en el horario semanal figura de 8:00 a 12:00 pm tareas, a pesar de que a las diez ya estemos profundos porque el cerebro domina los movimientos.

Los sábados, medio día en Pre-icfes, muy bueno por cierto, y de 2:00 a 7:00pm ensayo inauguración de los juegos, el domingo, nuevamente media jornada de ensayos y la tarde de 2:00 a 10:00 pm, tareas, tareas y tareas (el horario varía según el numero de quehaceres), y nuevamente empieza otra semana, aunque cargada de positivismo termina siendo en la mayoría de sus casos tétrica.

Ustedes se preguntaran ¿a qué horas leen o se preparan para la prueba de estado? Pues los docentes de cierta manera contradictorios, hablan y hablan de querer que obtengamos un buen resultado cuando con tantos deberes no dejan espacio para hacer preguntas de tipo Icfes y leer.
Por mi parte intente hacerlo a las once de la noche, pero es realmente imposible, el sueño me venció, intente leer durante el almuerzo y me cogió la tarde y opte como última opción leer alrededor de 10 a 15 minutos mientras llega la ruta. Cuando no se tiene el tiempo suficiente es imposible cumplir con todo, ¿Cómo pretenden que rindamos académicamente si nuestro cerebro está a punto de fundirse (literalmente)?.
Tenemos horas y horas de sueño atrasado lo que no nos permite pensar con claridad, las ojeras ya hacen parte de nuestro atractivo, de lejos se nos nota cansados, impacientes, frustrados, una docente me dijo sabiamente que el cuerpo dura 21 días acostumbrándose a una rutina, creo esto incierto porque estoy o mejor dicho estamos al borde de un colapso mental y emocional.

Realmente no se que buscan ustedes queridos docentes, también desconozco el rumbo de esta promoción que no disfruta su último año, mientras ruegan a un Dios paciente que acabe de una vez por todas, aunque no sepamos la realidad que nos espera terminada esta etapa. A lo mejor me llamarán cobarde por refugiarme tras las letras y no decir públicamente mi opinión, pero más cobarde es aquel que no se atreve a decir ni a escribir una sola palabra, es este el momento donde se supone doy una frase de esperanza, pero hoy no, tampoco tengo tiempo para extenderme innecesariamente, solo resta decir, ojala puedan entendernos.

Danna Ruiz Peña