Editorial
¿QUÉ PODEMOS ESPERAR?
Un grito va y viene, las caras
aburridas dejan mucho que pensar, algunos prefirieron estar callados, mientras
otros, contagiados por la fiebre del momento, preferían unirse al tropel que se
había formado, entre bulla y comentarios no se logró concretar a ciencia cierta
una solución o una alternativa, porque la batalla colosal de gritos y
comentarios mal intencionados, dejaron a más de uno estupefacto.
El pasado martes 28 de mayo del
presente año, se convocaron en el teatro del colegio a padres de familia de
grado décimo y once para tratar uno que otro asunto académico, aunque los
estudiantes presentes sabían que el verdadero objetivo de la reunión era
socializar y debatir la petición enviada por el consejo estudiantil acerca del “pre-icfes”
de los días jueves. Luego de enredar un poco la reunión, darle vueltas a otros
asuntos, por fin se trató la situación, al momento de ser escuchados ciertos
estudiantes, algunos padres de familia sacando actas y decretos se negaron a
muchas de las ideas allí planteadas, aunque por sí no se concretó mucho, tras
el poco interés de cambiar la situación por parte de quienes dirigían la
reunión, aunque era de esperarse, no fue la sorpresa más grande de la
congregación.
Una vez más muchos acudientes
brillaron por su intervención, y no esa que uno aplaude al ser significante y
constructiva, todo lo contrario, una verdadera batalla de gritos y discusiones
se vivió en el teatro, padres de familia que se apoderaron del micrófono y lo
utilizaron como arma para crear alboroto, logrando desviar el tema y sacar a un
lado a los directivos y hasta al mismo Rector que estaba atónito ante semejante
situación.
Valga recordar que no es la
primera vez que esto ocurre, en este mismo año se ha visto casos desagradables
en que los acudientes recurren a los gritos para ser, según ellos, escuchados, y como si
se tratara de un mal que ronda, son los padres de familia de los grados
superiores que arman shows tan vergonzosos; es más, nosotros como estudiantes
estamos sorprendidos del comportamiento de los padres de familia, quienes han
olvidado hablar de manera educada para encontrar la solución al conflicto. ¿Qué podemos
esperar de estudiantes que tienen semejante ejemplo en casa?
En esas quedó la reunión. Hasta en
cierto momento noté que un padre de familia enojado estaba a punto de pelear
con otro, como si se tratase de un ring de boxeo, la notable falta de
tolerancia avergonzó al público, que prefirió retirarse de tan bochornoso
episodio. El hecho logró desviar la situación de los jueves, que
terminó con la decisión de pocos acudientes desconcertados, que por respeto
estaban aún en el recinto.
¿Dónde está la supuesta
tolerancia y respeto que la familia policial exalta como valor esencial? Hasta dónde ha llegado el grado de atraso humano que ni siquiera permite a un grupo de “adultos” tratar
un tema sin recurrir a gritos, definitivamente la madurez no la define los
años, es realmente desagradable que ni siquiera
nosotros los adolescentes, que somos catalogados como intolerantes, conflictivos, entre otros
apelativos, nos comportamos de esa manera, por lo menos no hasta el punto de
parar una reunión para irrespetar a quienes la presiden.
No queda mucho que esperar y
hablar, luego no digan el por qué sus hijos son así, ni con charlas y
conferencias se podrá cambiar a un padre de familia, por lo menos eso es lo que
el adagio popular más certero, nos ha tratado de mostrar: “loro viejo no
aprende a hablar”.
Danna Ruiz Peña