domingo, 2 de junio de 2013

Editorial
¿QUÉ PODEMOS ESPERAR?
Un grito va y viene, las caras aburridas dejan mucho que pensar, algunos prefirieron estar callados, mientras otros, contagiados por la fiebre del momento, preferían unirse al tropel que se había formado, entre bulla y comentarios no se logró concretar a ciencia cierta una solución o una alternativa, porque la batalla colosal de gritos y comentarios mal intencionados, dejaron a más de uno estupefacto.

El pasado martes 28 de mayo del presente año, se convocaron en el teatro del colegio a padres de familia de grado décimo y once para tratar uno que otro asunto académico, aunque los estudiantes presentes sabían que el verdadero objetivo de la reunión era socializar y debatir la petición enviada por el consejo estudiantil acerca del “pre-icfes” de los días jueves. Luego de enredar un poco la reunión, darle vueltas a otros asuntos, por fin se trató la situación, al momento de ser escuchados ciertos estudiantes, algunos padres de familia sacando actas y decretos se negaron a muchas de las ideas allí planteadas, aunque por sí no se concretó mucho, tras el poco interés de cambiar la situación por parte de quienes dirigían la reunión, aunque era de esperarse, no fue la sorpresa más grande de la congregación.

Una vez más muchos acudientes brillaron por su intervención, y no esa que uno aplaude al ser significante y constructiva, todo lo contrario, una verdadera batalla de gritos y discusiones se vivió en el teatro, padres de familia que se apoderaron del micrófono y lo utilizaron como arma para crear alboroto, logrando desviar el tema y sacar a un lado a los directivos y hasta al mismo Rector que estaba atónito ante semejante situación.

Valga recordar que no es la primera vez que esto ocurre, en este mismo año se ha visto casos desagradables en que los acudientes recurren a los gritos  para ser, según ellos, escuchados, y como si se tratara de un mal que ronda, son los padres de familia de los grados superiores que arman shows tan vergonzosos; es más, nosotros como estudiantes estamos sorprendidos del comportamiento de los padres de familia, quienes han olvidado hablar de manera educada para encontrar  la solución al conflicto. ¿Qué podemos esperar de estudiantes que tienen semejante ejemplo en casa?

En esas quedó la reunión. Hasta en cierto momento noté que un padre de familia enojado estaba a punto de pelear con otro, como si se tratase de un ring de boxeo, la notable falta de tolerancia avergonzó al público, que prefirió retirarse de tan bochornoso episodio. El hecho  logró desviar la situación de los jueves, que terminó con la decisión de pocos acudientes desconcertados, que por respeto estaban aún en el recinto.

¿Dónde está la supuesta tolerancia y respeto que la familia policial exalta como valor esencial?  Hasta dónde ha llegado el grado de atraso  humano que  ni siquiera permite a un grupo de “adultos” tratar un tema sin recurrir a gritos, definitivamente la madurez no la define los años, es realmente desagradable que ni siquiera  nosotros los adolescentes, que somos catalogados como  intolerantes, conflictivos, entre otros apelativos, nos comportamos de esa manera,  por lo menos no hasta el punto de parar una reunión para irrespetar a quienes la presiden.

No queda mucho que esperar y hablar, luego no digan el por qué sus hijos son así, ni con charlas y conferencias se podrá cambiar a un padre de familia, por lo menos eso es lo que el adagio popular más certero, nos ha tratado de mostrar: “loro viejo no aprende a hablar”.


Danna Ruiz Peña