Editorial.
DECÁLOGO DE UNA UTOPÍA
Hace unos días en clase de Lengua Castellana analizamos y debatimos el texto de opinión “Les presento la selva Nusefa” de la estudiante Dalila Henao, en el cual mostraba un panorama de la notable preocupación de los estudiantes de grado Once frente a la prueba de estado, que tiene una relación directa con nuestro proyecto de vida. Luego de escuchar a mis compañeros, la docente intervino con una idea contundente donde hacía una breve comparación entre la educación pública y la educación privada de nuestro país y cómo repercuten en el ingreso a la educación superior.
A lo mejor este texto
será superficial o poco relevante para algunos, tal vez se salga del que
esquema que manejamos al tratar de hablar sobre una situación propiamente
institucional, pero a decir verdad nosotros,
los estudiantes de grado Once, ya
estamos más afuera que adentro y es momento de analizar asuntos un poco más
profundos, así que respeto al que no le interese este artículo.
Lo debatido en el salón
retumbó en la cabeza de uno que otro compañero, así que en unos cuantos minutos
comentamos nuestro “plan de vida”, pero el tema de la educación pública a pocos les importó, a lo
mejor porque aún vivimos cegados o porque nuestro colegio está en el “limbo” al
caracterizarse por ser tanto público
como privado, sin embargo no es ajeno al mal desarrollo
educativo del país.
Tratando de enlazar el texto
de Dalila y el debate realizado, pensé que toda esta preocupación no la
podríamos evitar si “simplemente” se reformara la educación pública del país,
para poder estar un poco a nivel de la privada, no se necesita plata ni mayor
inversión sólo una idea que reforme la educación, la cual debe partir desde los
grados superiores, es decir, Décimo y Undécimo, pues es este sector quien nota
las falencias de la educación tras varios años de vivirlos.
Puede que suene utópico, a
lo mejor lo es, el pensar que los estudiantes puedan cambiar el sentido de la
educación pública, principalmente se debe direccionar hacia donde se debe
enfocar la educación, si a la formación de personas integrales o a la
preparación de estudiantes para el ICFES, pero como no lo sabemos, démonos a la
posibilidad de fantasear un rato, por lo tanto promulgo lo siguiente: PRIMERO.
La preparación para el ICFES debe iniciar estrictamente desde sexto, no en
grado décimo, porque por lo visto para eso estudiamos. SEGUNDO. Se debe enseñar
a los estudiantes lo estrictamente necesario para dicha prueba, ver clases como
filosofía, química y física desde sexto.
TERCERO. Hay que dejar de pensar que para cortar una pizza se deben saber
fraccionarios, necesitamos más veracidad, más práctica. CUARTO. Dejar a un lado
las clases magistrales QUINTO. En primaria principalmente se debe enseñar a pensar, a no comer entero, se
deben abrir las mentes a temprana edad, cuestionarse si por ejemplo 2+2
solamente es igual a 4. SEXTO Se debe mostrar a los estudiantes la realidad de la
vida, deben saber que es obligatorio estrellarse contra el mundo y así
cuestionarse un poco. SÉPTIMO. Se debe instruir al estudiante en la formación
de un proyecto de vida desde grados inferiores, para que en grado once no esté
“tambaleando”, indeciso y con ideas de carreras perfectas. OCTAVO. Se requiere
mayor participación de los estudiantes en las clases, deben ser ellos quienes direccionen el
sentido de la misma. NOVENO. Como la
preparación para la prueba de estado inició desde sexto, en el último año
escolar se debe manejar un pre-universitario según los intereses de los
estudiantes para si “coger terreno” en lo que nos depara más allá de las
puertas del colegio. DÉCIMO. Última y más importante premisa, se les debe infundir a los estudiantes el
amor y la defensa de lo público, a luchar con ideas en pro de lo que nos
pertenece y conviene.
Así surge el decálogo de
una educación utópica que realmente no va más allá de la formación de los
estudiantes en los colegios privados; de esta manera en grado Once nos
evitaríamos preocupaciones sobre que nos depara la vida después de la prueba de
estado, requerimos una educación equitativa donde a los estudiantes del sector
público no se les sean arrebatados los cupos en las universidades públicas del
país, por culpa de los egresados de colegios privados, que si bien son más
instruidos al tener una educación que va años luz más adelantada que la
nuestra.
Somos nosotros, los jóvenes
quienes debemos defender lo público, lo que nos pertenece en este país
inequitativo, nos corresponde a nosotros poner las reglas del juego, se
requiere construir consejos estudiantiles y mesas de participación similares a
las de las universidades públicas que desde su posición luchan para construir
la educación que muchos sueñan
De vuelta a la realidad
dejemos de un lado las palabras bonitas, aunque lo anteriormente planteado no
es descabellado, es difícil por razones que ustedes mismos deducirán. Si bien,
nuestro colegio ha implementado estrategias como dictar física y química desde
sexto grado, aún falta mucho, aunque uno que otro docente Nusefista por debajo
de mesa está desarrollando procesos para una educación clara y concisa. Habrá
que soñar muchos años más hasta que alguien dimensione la cruda realidad del
contraste entre la educación pública y privada.
Ojalá no sea muy tarde para construir un país justo.
Danna Ruiz Peña