Editorial
PASOS DE INDIFERENCIA
Durante toda su obra tanto moral, filosófica como
política, Marx establecía que sea cual sea la época o periodo a través de la
historia, siempre ha existido cierta jerarquización entre el hombre, siempre
prevalece en la sociedad un poder superior y otro inferior, este segundo (desgraciadamente)
tiende a rendir pleitesía al primero, aunque se revele; todo lo anterior junto
a su amigo Federico Engels lo promulgó a través de un manifiesto, donde exponía
la constante lucha de clases que siempre existirá.
Se supone el fantasma del Marxismo y la figura del
burgués y el proletario, o mejor explicado el rico y el pobre nada más existe
en el papel, se supone que ya no se debería sentir con tal fuerza la
jerarquización del poder, sea cual sea al que se atribuya dicho título. Puede
que suene exagerado o hasta descabellado el creer que en nuestro propio
colegio, un ente donde prima la “libertad y el orden”, el poder prevalezca en
un pequeño sector o, mejor dicho, en un pequeño grupo de personas; también
seria ilógico pensar que en nuestro colegio se sienta la desigualdad y no sólo
entre estudiantes (que seria lo más común) sino también entre docentes. Pues
entonces sepan bien que estudiamos en un colegio de injusticias, casos ilógicos
y situaciones descabelladas.
Puede que la analogía ya planteada no sea la más
adecuada o la mejor vista, pero aunque no lo crean es a la que más se asemeja. A
lo mejor es el mucho amor que a pesar de todo conservo hacia mi colegio, el que
me hace escribir esto, cuando se llega a once, se comienza a ver con otros
ojos, se ve más allá de las cuatro paredes de nuestro salón y sin querer se
comienza a analizar cada comportamiento y cada situación con más detalle hasta
que se descubren muchas cosas, por eso últimamente ando cabizbaja, con el enojo
al aire, mientras le comento a uno que
otro compañero la visión de tales injusticias, las cuales muchos repudian, pero
prefieren callar.
En fin, no me quisiera alargar mucho ni dejarlos con
un abrebocas, pero ocurren tales cosas
como las siguientes: por “extrañas” razones algunos estudiantes “x” pasan
ciertas materias sin el mínimo esfuerzo, mientras los otros se matan estudiando
y haciendo trabajos. En cuanto a la desigualdad entre docentes se nota en el
préstamo o en el tener a su disposición un simple video beam o también en quienes elogian o ponen en un
pedestal, mientras otros triunfan en el anonimato.
Pues sí, en el mismo colegio, así el rector diga una
cosa o haya dado el visto bueno a algo, cuando cierto(s) personaje(s) dice(n) NO,
todo se cancela, todo se cae abajo, tiene la facultad de paralizar todo un
colegio, tal ejemplo es la celebración de Halloween que fue cancelado con el
pretexto de que “no podíamos perder clases”, esta vez se respeta aunque no se
comparte la decisión, hasta había algo de razón y la excusa fue la adecuada,
pero lo que sí es inaudito, es que por la misma razón hayan cancelado la novena
decembrina que se realiza a final del año, o la decoración de los salones con
esta temática, ¿perder clase? Si somos muchos los estudiantes que ya estamos
finalizando y cerrando notas, además decorar un salón no influye, más, cuando
hay clases en las que ya no se hace mucho, eso era generar cultura y tradición,
unir a la comunidad educativa de la que tanto hablan, es más entre ellos mismos
sienten rabia cuando ciertos personajes dicen “eso no puede ser así” todo se tiene que acoplar a su manera, así no
tenga la autoridad para hacerlo.
Nuestra lucha por la igualdad de las clases es en
silencio, prácticamente obsoleto, es que es casi imposible nadar contra la
corriente, la imagen de rectitud que algún día tuve de mi colegio amenaza por derrumbarse.
Aquí no hay mucho por hacer, toca “comer callado” y seguir observando, lástima
que tanta carreta de valores institucionales quede en el papel, que lástima que
no se escuche a los estudiantes ni a los mismos docentes. No se puede batallar
en contra de la desigualdad, ni de la jerarquización desorganizada del poder,
porque no es un fantasma el que ronda con indiferencia, sino un monstruo en
carne propia.
Danna Yasbleydi Ruiz Peña
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